Samstag, 23. Februar 2013

Cuando nace un niño, nace un padre


Esta afirmación suele pasar desapercibida durante el nacimiento de un/a niñ@. El bebé es el centro de atención. Con el nacimiento del niñ@, el progenitor se convierte en padre. De la misma manera que el bebé crecerá como persona, el progenitor crecerá como padre. Uno no sabe que significa ser padre hasta que lo es. Empecemos……….

Primero, la unión sentimental con tu hij@, va más a allá de lo racional y lo material. ¿Por qué se quiere tanto un/a hij@? Podemos encontrar alguna explicación matemática que nos lo puede aclarar. A un/a hij@ se le quiere más  cuanto más tiempo se l@ tienes en brazos, más veces se l@ da de comer y más veces l@ cambias los pañales. Así una persona puede desarrollar su amor como padre. Hasta que no nace tu hij@, esto no se entiende. Como nos decían nuestras madres: ¡Cuándo seas padre, sabrás lo que se quiere un/a hij@¡

A veces lo que se quiere más de un/a hij@ es que no llore o no grite. El llanto es para recordarte que quiere comer, dormir o cambiarle los pañales. Sin embargo, la sonrisa sirve para olvidar que ha llorado, dar las gracias y decir que te quiere. La sonrisa de un bebé es más poderosa que su llanto. Uno hace lo imposible para conseguir una sonrisa de su hij@. No es fácil sacar esa sonrisa porque lo que más vale, más cuesta conseguirlo. Una sonrisa vale más que mil palabras.

Para hablar no hace falta palabras. El silencio de una mirada directa a los ojos puede penetrar más profundamente que cualquier palabra. Si los ojos son el espejo del alma, las miradas son el punto donde se encuentra las dos almas. Las miradas  largas y profundas son particulares en los primeros meses de un bebé. Están cargadas de inocencia y ganas de entrar dentro de uno mismo. Aprendes que en una mirada se encuentra una nueva persona ante ti con ganas de estar contigo. Un/a hij@ te enseña que de los ojos también salen palabras.  

El bebé te enseña que también se puede hablar con el contacto humano. El bebé demanda esa energía y calor que se transmiten cuando se le abraza. Ese apretón con los brazos le transmite seguridad y calor. Los abrazos dicen mucho a un/a niñ@.  Cuando uno abraza a un bebé, éste puede sentir si tú estás nervioso, tranquilo, inquieto, preocupado o calmado. Lo que tu cuerpo transmite y uno mismo no se da cuenta, tu hij@ lo descubre y te lo hace saber. Los latidos del corazón te delatan ante tu bebé.


Las miradas no se cruzan cuando las mejillas se ponen una contra la otra. Si las miradas se dirigen hacia el mismo lado con las mejillas juntas, las respiraciones se acercan. La sensación es que las dos respiraciones se unen. Dos se convierte en uno. Ella Fitzgerald y Louis Armstrong cantaban que dos personas están en el cielo cuando bailan mejilla con mejilla  (Check To Check). Un/a hij@ te puede traer el cielo de la manera más sencilla. Él/ella te ayuda a ver que tienes el cielo con ellos y que tu vida tiene más vida. 
 
Un hij@ está llen@ de misterios durante su gestación y durante su crecimiento como persona. Tu hij@ te enseña que la vida tienen cosas sencillas llenas de respuestas. Mientras más tiempo estés con ellos y más cosas hagas por ellos, más les quieres y más padre eres. Su sonrisa te lo recompensa. Su mirada te lo dice. Su contacto humano te lo hace sentir. Sus mejillas te lo transmiten desde cielo. Todo para enseñarte lo que quiere de un buen padre.